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Confesión de un aprendiz de novelista

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        He terminado mi cuarta novela que será la primera en publicarse y se llama El soldado dormido , y nace ahora, 20 años después de los primeros intentos. Comparto aquí el proceso por el que he ido llegando a esta obra, que al contrario de las demás, he tratado con mucho menos sigilo y secretismo, leyendo capítulos enteros a mis amigos por teléfono, e incluso, leyendo apartes a públicos desconocidos en eventos literarios, o, como es el caso hoy, publicando entradas de blog previas a la publicación de la obra.       En mi vida de escritor la novela ha sido el género más deseado y el más difícil, ya perdí la cuenta de los intentos en falso, de las novelas que nacían muertas, desde cuando yo tenía 20 años.       En ese entonces mi dilema -entre escribir o vivir- era arduo: vivía una existencia trepidante de estudiante de periodismo, intensa vida nocturna y bohemia, relaciones inestables en un contexto lleno de historias ricas por mi vida social; sin embargo, no había un par de días e

El camino del amor (historia de una canción)

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Ésta es la historia de una vieja canción que se compuso a sí misma hace como 20 años, en una noche de luna llena, y a partir de entonces fue cantada miles de veces por un grupo de artistas asociados a la Casa de la Libertad.  Así  sucedió la cosa: habíamos pasado mucho tiempo en la ciudad, luchando por ser nosotros mismos, por expresarnos en medio de un ambiente hostil. Eran tiempos de la "seguridad democrática" y nuestra pequeña Pereira no estaba al margen de un plan armado de motocicletas sin placas, y patrullas marcadas con el código del mal.  El centro era un territorio en disputa entre un plan por refundar la ciudad, y la resistencia torpe de los marginales,  que debían abandonar la zona de la antigua galería o desaparecer.  En ese contexto, un puñado de estudiantes de arte, música, comunicación y psicología, habíamos encontrado en una vieja casona antigua nuestro refugio, y en la música nuestro más profundo ritual de sanación.  Así surgió la "Orquesta Rococó de los

A Tura (poema)

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  A Tura mandé mi liter ayer y Tura es muy lejos Por eso lo envié por aire y por tren por agua y espejos Y aún no llegó no alcanzó Turá mi liter amado Aún no alcanzó no llegó a Turá liter esmerado Más se que lo hará pronto ha llegar trayendo el recado Tura reirá al ver que llegó tras una aventura Tura ríe ya al ver   que llegó mi   liter a Tura. Publicado originalmente en la revista del "Festival Luna de locos",  y en la antología "Lecturas urgentes de Poesía". 

DEJÉ DE USAR DESODORANTE y esto fue lo que pasó

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         Como todo el mundo yo también tuve un trabajo que me estaba matando, lenta y dolorosamente me estaba separando de mí mismo. Fue durante ese tiempo que realicé una investigación acerca de mi aroma personal, para ello dejé de usar desodorante durante tres meses a ver lo que sucedía. Tal vez quería que me despidieran pronto de aquel empleo, pero no funcionó, entonces renuncié.      Entre las fragancias que emanan del cuerpo el aroma de las axilas destaca por su cercanía con el rostro, en medio del cual emerge, impetuosa, la nariz; materialización del instinto de oler, muy desarrollado en hombres y mujeres naturales, y atrofiado casi por completo en los individuos urbanos.  LO QUE DESCUBRÍ DE MI MISMO      Durante el experimento pude constatar que la acidez del aroma y por tanto la irritación en la nariz de los demás, aumenta cuando uno se ve sometido a presión psicológica, miradas de sorna y ciertos grados de humillación, en una palabra “estrés”. Es como si las axilas expresaran

Tal vez Jimena entre las sombras (crónica)

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Fotos de: David Molina Serían las siete de la noche de aquel viernes cuando salía de una cacharrería en la séptima con una bolsa de baratijas para mis experimentos, y en esto venía pensando cuando la volví a ver: era una joven morena, que haciendo uso de una técnica precisa, se agachó y orinó en la alcantarilla. No sabría decir si se llamaba Jimena. La había visto varias veces en la calle y con cada escena trataba de imaginarme un nombre. Un día la vi acunando un muñequito, curándolo con zalamerías y besos. Otro día la observé mientras caminaba por la diecisiete, ella venía hablando con el aire y, como de pasada, le besaba el busto a un maniquí. Con el pelo muy corto y piel de color caoba, andaba por ahí, casi flotando, en un viaje de quién sabe qué. El caso es que esa noche ella orinó corriéndose con la mano el short hacia un lado, y agachándose sin protocolo. Luego se sentó en unos cartones al lado de un hombre de rostro borroso. Pensé que se podría llamar Jimena por la manera en que

NARRAR PARA SANAR

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Contar una historia bella o dolorosa, o dolorosamente bella, es un arte que se aprende en el camino. Muchas imágenes llegan a la memoria con su carga de emociones y de llantos. Llegan pesadas y no se quieren ir, destacan entre el cúmulo de los recuerdos, por su grito silenciado, por su angustia. Las imágenes son mensajeras de escenas, y las escenas evocan películas enteras, etapas de la vida, o vidas completas. Yo nací en Colombia, uno de los lugares más bellos de este planeta, y tal vez por tanta belleza, uno de los países más azotados por la violencia. Aquí la tierra, la posesión de la belleza de la tierra, ha sido y sigue siendo el principal foco del conflicto. Algunas personas se han apoderado gradualmente de inmensas extensiones de tierra fértil, a través de procesos que involucran amenazas, compras fraudulentas y muertes. Millones de personas han huido hacia las ciudades, intentando salvar la vida propia y la de sus hijos. Dejando atrás sus cultivos, sus animales, sus viv

¿Es posible curarse con canciones?

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      En los momentos difíciles hay canciones que vuelven a mi. Esta vez estaba triste por la lejanía, en este viaje que he decidido emprender y en el que siento subidas y bajadas. Y en un momento me llegó la canción "El viento eres tú" esa canción que canta Silvio a dúo con su madre, un tanto oscura, pero bellísima, tenía el tono inicial de mi dolor, y de la sensación de ser empujado por un viento que te postra "a fin de existir". Empecé a cantarla y me alivianaba hacerlo, después de un rato sentí calma, había drenado una parte del dolor.       Otra canción vino entonces a mi memoria y es la que les comparto en mi particular versión: "La gota de rocío", para mí, después de pasar por la oscuridad de "El viento eres tú", "La gota" era ya el nacimiento de un pequeño sol, el reencuentro de lo mío en el amor, en la relación con mi compañera y mis hijos, el retorno al corazón. Entonces me entusiasmé a cantar y a cantar, y entre más la cantab